Un blog de ciencia para entender el funcionamiento del planeta y su relación con la historia de la humanidad
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En el siglo XVII el mundo estaba convulso, una “Crisis General” azotaba los diferentes continentes con guerras, hambrunas y cambios en el poder dominante. Entre otras cosas, el Imperio Otomano fue frenado a las puertas de Viena, se produjo el colapso de la dinastía Ming en China, hubo numerosas revueltas contra la corona española, etc. Algunos autores han querido relacionar estos eventos con el enfriamiento del clima durante La Pequeña Edad de Hielo e incluso de forma más concreta con la disminución de la actividad solar. Siendo honestos resulta difícil pensar que un cambio climático pudo provocar tantas calamidades y más difícil todavía sería poder demostrarlo. Lo que sí se ha demostrado recientemente es cómo la variación de la actividad solar en aquella época estuvo relacionada con la generación de tormentas tropicales en el Atlántico y con el hundimiento de barcos que transportaban las riquezas de América a la caja personal del rey Felipe IV de España. Y desde luego eso sí pudo influir en la historia de América, en la de Europa e incluso en la de los piratas. Pero primero, ¿a qué me refiero con cambios en la actividad solar? Ya en algunas culturas antiguas se observó que al Sol le salían manchas, como si de acné juvenil se tratara, que después de un tiempo desaparecían. Posteriormente, con la invención del telescopio en el siglo XVII se pudo comprobar que las manchas visibles a simple vista eran las más grandes, pero que de hecho el Sol presentaba muchas otras más pequeñas. La preocupación por esas manchas no fue a más en aquel momento porque coincidió un periodo de varias décadas durante el que no hubo manchas y que hoy le llamamos mínimo de Maunder (1645–1715). Más adelante se observó que la aparición de las manchas presenta un ciclo muy claro de 11 años de actividad, pero ningún ciclo de 11 años es exactamente igual a otro. Así, el registro de los últimos 400 años de manchas solares muestra que algunos periodos la actividad solar era muy intensa, con máximos de 200 manchas solares al año, mientras que en otros ciclos de once años los máximos apenas alcanzaban las 50 manchas. De hecho, durante el mínimo de Maunder, aunque hay más incertidumbre con la fiabilidad de los datos, parece que hubo ciclos sin ninguna mancha solar. Pero, ¿qué son esas manchas y qué efecto tienen sobre La Tierra?
Así, las auroras boreales o las tormentas electromagnéticas que amenazan el funcionamiento de nuestros satélites están relacionados con estos eventos. De hecho recientemente se ha desclasificado información de cómo una tormenta solar estuvo a punto de desencadenar una guerra nuclear durante la guerra fría. La tormenta dañó los satélites estadounidenses y éstos se pensaron que era parte de una ataque de la URSS, pero el el departamento de climatología espacial les informó a tiempo que fue debido a la actividad solar (Knipp y colaboradores 2016, visto aquí). Por suerte nuestro planeta tiene un poderoso escudo magnético que evita que muramos achicharrados cada vez que una de estas eyecciones solares sale del Sol. Sin embargo no evita totalmente que afecte a la temperatura del planeta y con ello a la circulación atmosférica y marina como bien muestra el siguiente vídeo de la NASA Algunos estudios han realizado reconstrucciones de la actividad solar para los últimos diez mil años en anillos de árboles, ya que este tipo de eyecciones al chocar con nuestra atmósfera produce Carbono 14 radiactivo que los árboles fijan en sus troncos al crecer. De acuerdo a la reconstrucción con C14, el mínimo de Maunder y el mínimo de Sporer (1800-1830) han sido dos de los mínimos más bajos de los últimos 10000 años y ambos periodos coinciden con un enfriamiento del planeta (Solanki 2004). Teniendo esto en mente, los investigadores se acercaron al Archivo de Indias de Sevilla, donde se encuentran los documentos con la información de la actividad naviera de la antigua España Americana (Trouet y colaboradores 2016. Ver también García-Herrera y colaboradores 2005). A partir de estos datos crearon un registro de barcos hundidos en el Caribe desde 1500 hasta 1800 y comprobaron cómo durante el mínimo de Maunder hubo muchos menos hundimientos. Para refutarlo, observaron en los anillos de árboles de Florida cómo en esas fechas estaban ausentes las típicas reducciones de su crecimiento que ocasionan las tormentas tropicales. ¿Y cómo pudieron los huracanes, o su ausencia, afectar a la historia? Veamos. A principios del siglo XVII el poder del imperio español estaba disminuyendo a pasos agigantados. Holanda, Francia e Inglaterra era las potencias emergentes que veían como España tenía en América un territorio lleno de riquezas que, debido a su enorme extensión, no era capaz de vigilar. Ellos también querían una parte de ese pastel y su tecnología naval estaba también superando la tecnología española. Los holandeses estaban deseando hacer el mayor daño posible a España después de 70 años de guerra, y parecía que las hostilidades lejos del continente europeo con su flota comercial estaban funcionando bastante bien. En cambio a España le salieron nuevos frentes que defender y un levantamiento en la misma Península Ibérica vino a complicar más su situación. Los holandeses vieron la oportunidad y quisieron rematar la jugada golpeando a los españoles en su más preciosa posesión del Caribe, Cuba. Una flota de casi 40 barcos se dirigía dispuesta a atacar la Habana en septiembre de 1940, pero el día 11 un huracán golpeó la isla y sólo tres barcos holandeses sobrevivieron y la mayoría de los hombres murieron ahogados. Pocos años después los españoles perdieron la guerra con Holanda pero gracias, en parte, a ese huracán conservaron su poderío naval en el Caribe hasta la mitad del siglo XVIII cuando se liberalizaron los acuerdos comerciales. Durante el máximo solar de 1639 se contaron 79 manchas solares. Si el Mínimo de Mauder hubiera empezado diez años antes, tal vez el declive de España en el mundo habría empezado mucho antes y en Cuba hoy hablarían holandés. Algo que me llama la atención es que la edad de oro de la piratería, entre los años 1660–1726, coincidió en gran medida con el Mínimo de Maunder (1645-1715). Las hostilidades entre ingleses, holandeses, españoles y franceses desde luego ayudaron a pasar desapercibido a esas embarcaciones menores que manejaban piratas, bucaneros y corsarios.
Actualmente se piensa que estamos entrando en un nuevo mínimo solar, pero hay que tener cuidado de sacar conclusiones precipitadas, porque las condiciones globales, de temperatura y composición atmosférica, son muy diferentes de las que había en aquellos tiempos y el flujo de calor puede funcionar diferente. El cambio antropogénico nos está metiendo en una área desconocida en la que es difícil de predecir.
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