Los proxys del cementerio de Atari
En 1982 la compañía de video juegos Atari, líder en su sector y responsables de juegos míticos como pong y PacMan (comecocos que le llamaron en España) consiguieron los derechos para lanzar al mercado un juego basado en la película ET, uno de los mayores éxitos del cine de los 80s y de la historia. La cantidad de juegos qué fabricaron fue enorme, ¿qué podía salir mal de la unión de PacMan y ET? Resultó ser una de las peores decisiones de la historia de los videojuegos y dejó a Atari al borde de la quiebra. Tan marcados quedaron sus directivos que decidieron enterrar, literalmente, el juego para no volver a verlo. Con el paso de los años aquello quedó en el olvido de forma que ya no se sabía si era mito o realidad que enterraron los videojuegos.
En el año 2014, un grupo de documentalistas decidió investigarlo y dieron con un vertedero en Alamogordo, Nuevo México. Allí, de forma similar a lo que hacen paleontólogos cuando buscan fósiles enterrados en sedimentos, fueron quitando las capas de basura. En la parte superior lo más reciente, de esta misma década, para ir encontrando capas más antiguas, años 2000, años 90, años 80. Y ahí estaba, después de retirar capas de basura encontraron las cajas con el videojuego de ET. El mito era real, y ellos habían llevado a cabo el primer estudio arqueológico de videojuegos. Después de más de 30 años enterrados las cajas estaban en un estado razonablemente bueno, únicamente con el papel descolorido. ¿Pero que habría pasado si en vez de 30 años hubieran sido encontrados después de acumular basura durante trescientos, tres mil, o tres millones de años?, ¿Qué señal habrían dejado en los sedimentos?
En el año 2014, un grupo de documentalistas decidió investigarlo y dieron con un vertedero en Alamogordo, Nuevo México. Allí, de forma similar a lo que hacen paleontólogos cuando buscan fósiles enterrados en sedimentos, fueron quitando las capas de basura. En la parte superior lo más reciente, de esta misma década, para ir encontrando capas más antiguas, años 2000, años 90, años 80. Y ahí estaba, después de retirar capas de basura encontraron las cajas con el videojuego de ET. El mito era real, y ellos habían llevado a cabo el primer estudio arqueológico de videojuegos. Después de más de 30 años enterrados las cajas estaban en un estado razonablemente bueno, únicamente con el papel descolorido. ¿Pero que habría pasado si en vez de 30 años hubieran sido encontrados después de acumular basura durante trescientos, tres mil, o tres millones de años?, ¿Qué señal habrían dejado en los sedimentos?
En 300 años de basura acumulada la presión habría aplastado las cajas completamente. No quedarían restos visibles de celulosa de papel, el plástico estaría muy deteriorado, pero seguiría siendo plástico y entremedias una amalgama con las cintas magnéticas con altas concentraciones de cromo y magnesio. El proxy, o indicador del evento protagonizado por los directivos de Atari tendría un aspecto general algo parecido a un fósil y podríamos identificar que un día fue una cinta de magnética, pero probablemente no podríamos discernir si era de música, vídeo o videojuego. Si hubiesen pasado 3000 años, probablemente empezaríamos a tener problemas de diferenciar el plástico de la materia orgánica natural, e incluso unos plásticos de otros. Probablemente ya tendríamos que ir a análisis más complejos para tratar de determinar qué era. En este caso el proxy del enterramiento de los videojuegos sería la identificación de varios tipos de materia orgánica de origen humano, uno de ellos con altas concentraciones de metal. Después de millones de años, probablemente ya habría sufrido procesos relacionados con el movimiento de los continentes, fallas, etc y probablemente se habrían convertido en una piedra oscura con alto contenido en materia orgánica, lo que su identificación como proxy de un enterramiento de videojuegos sería más complicado y alguien le podría dar un significado diferente, por ejemplo bacterias extintas que se alimentaban de metales.
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Un ejemplo real es el de los cocolitofóridos y foraminíferos, microorganismos con concha calcárea, que dependiendo de su tiempo enterrado, aplastado y calentado en la corteza y manto terrestre, podremos encontrarlo en diferentes formaciones geológicas. La concha calcárea es básicamente la unión de calcio (Ca), carbono (C) y oxígeno (O) en unas proporciones fijas (CaCO3) denominado carbonato de calcio, y se observa también en muchos otros organismos, como almejas y corales. Cuando lleva poco tiempo enterrado, podremos encontrarlos como fósiles, cocolitos y foraminíferos entre sedimentos. Si le damos un poco más de tiempo aplastándose bajo capas de sedimento se empieza a formar roca sedimentaria, la caliza. Existen varios tipos de roca caliza que dependen de la proporción de carbonato de calcio que tienen (debe ser al menos el 50%, guía visual aquí y aquí). Un ejemplo es la caliza de creta (chalk en inglés*), como el de los acantilados de Dover en Inglaterra, que está formado por cocolitofóridos. Si le damos más tiempo bajo presión y le añadimos el calor del manto terrestre, la roca sedimentaria se recristaliza en mármol, una roca metamórfica que es la que se ha utilizado mucho en relieves y esculturas, por ejemplo en Italia desde antes de los romanos. En todos los casos son proxys de la producción de cocolitofóridos (u otros organismos calcáreos), en épocas más o menos antiguas, que suelen dominar en el ecosistema marino en unas condiciones concretas de nutrientes, temperatura, etc. Algo interesante que ha permitido afinar los resultados numéricamente son las “impurezas” que se cuelan en la matriz del carbonato de calcio, ya que la sustitución de moléculas de calcio por otras de magnesio (Mg) o estroncio (Sr) es mayor o menor dependiendo de la temperatura del agua o de la concentración de nutrientes. Así, estos cocolitofóridos y foraminíferos, o calizas, o mármoles se convierten en proxys de la temperatura y nutrientes al mirar la relación Mg/Ca o de Sr/Ca.
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En algunas ocasiones la naturaleza nos hace regalos maravillosos y las condiciones en que quedan los fósiles son idóneas y su conservación es casi perfecta después de millones de años. ¿Se acuerdan del mosquito encerrado en ámbar de Parque Jurásico? Pero la mayor parte de las veces no es así, aunque gracias al ingenio de grandes científicos disponemos de múltiples herramientas para analizar el contenido de estos registros, incluso después de haber sufrido un elevado deterioro. A veces no hace falta más que mirar el contenido en sí mismo, como el ancho de los anillos de árboles, la densidad del hielo, o el tamaño de grano de los sedimentos. En otras ocasiones, es necesario hacer análisis más elaborados incluso a la escala subatómica, como con el análisis de isótopos, pero esto lo dejamos para otro día.
Son muchísimos los tipos y las singularidades de los proxys. En las páginas de los paleoregistros hago algunos comentarios al respecto y esta página se irá actualizando con enlaces relacionados de aquellas entradas del blog que hagan referencia a los proxys.
*Aquí hay cierta confusión en la traducción y los usos populares y científicos de la terminología. Si buscan la traducción de chalk, encontrarán tiza y hace referencia a las tizas (o gis en México) que se utilizan en las escuelas. Sin embargo para este tipo de tiza su base es el yeso, que es un carbonato con azufre hidratado. En mineralogía, chalk es una roca sedimentaria de carbonato de calcio puro compuesto casi en exclusiva de cocolitofóridos y muy porosa, de hecho también se utiliza como tiza para escribir, de ahí la confusión. La traducción del término científico chalk en español, es creta o caliza de creta.
Enlaces relacionados (en construcción)